Tres Bocas, un corregimiento de Tibú (el municipio más extenso, con 265.000 hectáreas) ubicado a tan solo 20 minutos de la cabecera municipal, y que podría resumirse como un sitio que vive, respira y habla por el agua.
Sus cerca de 600 habitantes, que se dedican a la pesca, la agricultura, la ganadería o el comercio fronterizo con Venezuela, y que viven en casas coloridas de madera, presencian a diario un espectáculo único al que le debe su propio nombre: un lugar dónde tres ríos se funden en uno solo.
Se trata de la confluencia de los ríos Sardinata, Río Nuevo y Tibú, los cuales, justo al frente del corregimiento, unen sus aguas carmelitas de diferentes tonos para convertirse en el impetuoso río Tarra; como si se tratara de tres bocas escupiendo chorros marrones que se entrelazan en una misma corriente.
Tarra, o sus tres ríos originarios, no solo es un paisaje virgen repleto de vegetación, musicalizado por el canto de las aves y el ruido de la corriente; también representa un todo para sus pobladores, ya que es su principal forma de subsistencia.
Unos utilizan el cuerpo de agua para cazar peces típicos de la región, como rampuches, manamanas y palometas, los cuales venden a los ‘citadinos’ de Tibú y a su vez les sirven como alimento a todo el corregimiento.
Entre tanto, los venezolanos han encontrado en Tres Bocas el sitio propicio para entrar a Colombia y regresar con la mercancía necesaria para sobrevivir